viernes, 26 de marzo de 2010

LA SEMILLITA LLORONA

- ¡Hola, semillita! ¿Cómo estás?
- No muy bien, gracias.
- ¿Qué te pasa, semillita?
- Son las gallinas. Me quieren comer.
- ¡No te quedes en su camino!
- No me puedo mover… Además soy demasiado pequeña para pelear con las gallinas. ¿Ves? No sirvo para nada. La vida ha sido muy injusta conmigo. ¿Por qué, por qué, pues, soy una semillita nomás y no una gallina?...

Entonces, la semillita estalló en sollozos.

No les contaré el final de esta historia, puesto que es siempre lo mismo. Las semillitas no creen en el gran árbol que tienen dentro de sí. Son como aquellas orugas que no creen que una oruga se pueda convertir en una linda mariposa. Creemos solamente en lo que vemos. Creemos solamente en las gallinas.

El problema es que para volverse árboles, las semillas deben dejarse enterrar; ahora bien, las semillas odian hacerse enterrar. Entonces las gallinas las comen. Esto podría explicar porqué, en nuestro mundo, cada vez hay más gallinas y menos árboles.